miércoles, 12 de diciembre de 2007

25.

Veinticinco mil años.

Hace veinticinco mil años eras mono. Arrastraste evolución por coincidencia. Te peinaste, te pusiste votas, una pollera corta, un escote en v. Nos miramos un poco. Me hubiese gustado sacarte las liendres. Tenias la cabeza llena de pensamientos. Ordenabas números y cantabas el himno. Nos miramos de nuevo. Tus piernas temblaban de frío. Esa insana costumbre de acelerar el proceso evolutivo. De arrancarse con dolor los últimos pelos primates. Esa costumbre se paga. Te estabas congelando. No paraba de mirarte, de imaginarte en la selva, colgada de los árboles, gritando en defensa de tu cría.

No pensabas tener hijos. Tomábamos café a grandes sorbos. Era malo. Buscábamos calor desesperadamente. Te toque el pelo. Sentí que mi mano se endurecía, se volvía callosa, negra. No pagamos la cuenta. Corrimos. Saltamos. Gritamos. Dimos vueltas. Nos desconcertaban los edificios. El pavimento nos lastimaba los pies descalzos. Un sonido gutural. Te abrase y me dijiste que pare, que no estabas preparada. Me di vuelta y me tocaste la espalda. Tampoco querías que me vaya.

Caminábamos con las manos acariciando el piso. Agachados veíamos mejor el pasto de la plaza. Nos reíamos. Mandamos mails durante un mes. Un grito que se escucha a kilómetros de distancia. Un grito que hace tiempo no hubiésemos podido dar. Las luces de la ciudad nos encandilaban. Robábamos golosinas del kiosco. Las tirábamos sin comerlas. ¿Por que fumás? No le tenias miedo a lo desconocido, a la muerte. La curiosidad nos llevo a un museo. Actuábamos civilización en cada paso, en cada mirada. Los comentarios se trepaban unos a otros. Me dijiste que tenias que volver a tu casa antes de las nueve. Debía estar relacionado con el sol de alguna manera u otra.

La posición horizontal no favorecía el intercambio. Sentía sangre saliendo de la piel. "Te quiero" Te quiero de tantas maneras. Una salida, una laguna, que me pidas que vaya más despacio en el auto. La playa no tenia demasiado sentido. Cuando sonreías mostrabas todos los dientes. Te imagine comiendo carne cruda, desgarrándola con cada mordida, escupiendo saliva teñida en sangre.¿Y cual es el punto? Para mí, producto del azar, todo tiene que tener sentido. No te interesaban las discusiones metafísicas. Dijiste que no, que nada era igual que antes. La selva era grande y no creías que volviesemos a vernos.

domingo, 2 de diciembre de 2007

24.

Te entierro,
en este día
en que el clima parece
un arroyo Heraclitiano.

Y si no se puede
enterrar tu recuerdo
que es solo una idea
seras solo forma.

Porque la sombra que
proyectas no es verdadera
y tampoco
necesariamente falsa.

Equivocada
como la sombra
en la caverna.
El hilo del que tiro vanamente.

No me conecto
con la idea en otro modo
porque enterrar a una idea
es una idea.

En la abstracción me comunico
y pienso círculos.
Doblo lo que es lineal
retorno eterno.

La idea duerme
ya no la controlo
revivirá como un fantasma,
que recorrió Europa,
cuando todavía
vivía de recuerdos.
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