La tierra en los ojos,
Los taladros que
Perforan el cráneo.
El pecho comprimido
Por una pared de
Hormigón,
Que baja del techo
Del cuarto.
Y pensar que
De niño
La cama era
La contención
Del desencanto.
Taparse y sentirse
Protegido de
Monstruos ficticios
Por el algodón.
Hoy quizás no
Son menos ficticios,
Pero el algodón
Parece no ser
Suficiente.
Levantarse y pretender
Indiferencia.
Y escribir intentando
Cierto dinamismo.
El inevitable paso de
Los segundos desperdiciados.
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