Esas puntadas que se sienten,
Como galopes,
Como fútil espanto.
Ese estupor
Que te somete
(Aquel no-llanto.)
Son las veredas,
Son las tardes caminadas.
Las noches viejas,
Amarillas y hoy siniestras,
Que aparecen tan lejanas.
Es el vacío irracional
De no tenerte,
De saberte en otro pecho,
No en el mío
Y que la muerte no llega
Hasta la muerte.
De saber que hoy tu cintura,
Esta librada
A otra suerte
A otras palabras
Tu boca encomendada.
De sentirse tan inocuo,
Irrelevante,
Tan prescindible,
Tan gris
Como la arena
Vanamente reemplazable.
Las cosas giran
Y el huracán del tiempo,
Arrasará seguramente
Aquello espero,
Con el lamento
Con el recuerdo vivo
Y con el llanto.
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