El no-abandono
No te ví,
Es que no estabas.
Y se abrían volcanes
Que alumbraban tus pasos.
De tu boca salían
Siete mil peces blancos.
Mi ansiedad te esperaba
Al final de la calle.
Te sentí,
Aunque no estabas,
Tus dedos de alfileres
Me rayaban la cara
Y la sangre brotaba
Como brea caliente,
Tus triángulos dientes
Me comían la mano.
Te escuché.
Me dijiste,
Con tu boca-cuchillo,
Que querías dejarme.
Pensé sólo en mi muerte,
en tu entierro profundo,
y en la ausencia en el mundo.
Nunca habías estado.
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